LOS VOLCANES
En una mañana soleada de febrero de 1943, un campesino que araba su
tierra vio salir del suelo una pequeña columna de humo. Un poco desconcertado y
molesto, cubrió el orificio y continuó trabajando.
Pero al ver que no había servido de mucho, pues el humo seguía saliendo
cada vez con mayor fuerza, corrió por ayuda. Ante los asombrados habitantes de
un poblado vecino, cada vez emergían de la tierra mayor cantidad de humo y de
vapores.
Tres horas después el humo se había convertido en una espesa nube negra
y la pequeña grieta se había agrandado enormemente. Esa noche violentas
explosiones comenzaron a lanzar rocas a través de la grieta y a la mañana
siguiente, en ese lugar se había formado un montículo en forma de cono de cerca
de cincuenta metros de altura: ¡de la noche a la mañana había nacido un volcán!
Lo llamaron Paricutín, por su cercanía al pueblo de ese nombre en el estado de
Michoacán.
Un año después el Paricutín había alcanzado 450 metros de altura; había
arrasado numerosos campos agrícolas, decenas de construcciones y provocado la
movilización de los habitantes de todos los pueblos cercanos. También había
atraído a cientos de investigadores y estudiosos de los volcanes, de México y
de todo el mundo.
El nacimiento del Paricutín había permitido a estos expertos aprender un
poco más acerca de los secretos del mundo subterráneo; de cómo se forma y hace
erupción un volcán.
Belleza y utilidad de los volcanes
Los volcanes son la parte más visible de lo que ocurre en el interior de
la Tierra. Sus conos nevados, sus lagos interiores y su imponente personalidad
forman parte de la esencia de nuestro planeta.
Han sido objetos de hermosas leyendas y de otras manifestaciones
artísticas, y testigos de innumerables hechos históricos: el Popocatépetl y el
Iztaccíhuatl –cuya silueta tiene la forma de una mujer recostada boca arriba–
son los protagonistas de una bella historia de amor.
El Paso de Cortés, en las laderas del Popocatépetl, fue el punto por el
cual el conquistador de México admiró por vez primera la inigualable belleza de
Tenochtitlán y sus lagos.
Las erupciones también enriquecen a largo plazo las tierras de cultivo,
pues contienen elementos que las plantas necesitan para crecer. Islas como
Hawaii e Islandia deben su existencia a la actividad volcánica.
La actividad volcánica permite cierta estabilidad en el interior de la
Tierra; sin embargo, pese a su belleza y majestuosidad, los volcanes
constituyen un riesgo para quienes habitan en sus cercanías.
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Gloria Valek, Los volcanes. México. SEP-ADN, 199.
1 - Realiza un resumen de la lectura
2 - Investiga sobre un volcan famoso y su historia
3 - Nombra los algunas caracteristicas positivas de los volcanes
4 - Nombra algunos efectos negativos que pueden causar los volcanes.
5 - Que aspecto te parece mas interesante de los volcanes.
La flor más
grande del mundo. José Saramago (cuento)
Las historias para niños deben escribirse con palabras muy sencillas,
porque los niños, al ser pequeños, saben pocas palabras y no las quieren muy
complicadas. Me gustaría saber escribir esas historias, pero nunca he sido
capaz de aprender, y eso me da mucha pena. Porque, además de saber elegir las
palabras, es necesario tener habilidad para contar de una manera muy clara y
muy explicada, y una paciencia muy grande. A mí me falta por lo menos la
paciencia, por lo que pido perdón.
Si yo tuviera esas cualidades, podría contar con todo detalle una
historia preciosa que un día me inventé, y que, así como vais a leerla, no es
más que un resumen que se dice en dos palabras… Se me tendrá que perdonar la
vanidad de haber pensado que mi historia era la más bonita de todas las que se
han escrito desde los tiempos de los cuentos de hadas y princesas encantadas…
¡Hace ya tanto tiempo de eso!
En el cuento que quise escribir, pero que no escribí, hay una aldea.
(Ahora comienzan a aparecer algunas palabras difíciles, pero quien no las sepa,
que consulte en un diccionario o que le pregunte al profesor.)
Que no se preocupen los que no conciben historias fuera de las ciudades,
ni siquiera las infantiles: a mi niño héroe sus aventuras le esperan fuera del
tranquilo lugar donde viven los padres, supongo que también una hermana, tal
vez algún abuelo, y una parentela confusa de la que no hay noticia.
Nada más empezar la primera página, sale el niño por el fondo del huerto
y, de árbol en árbol, como un jilguero, baja hasta el río y luego sigue su
curso, entretenido en aquel perezoso juego que el tiempo alto, ancho y profundo
de la infancia a todos nos ha permitido…
Hasta que de pronto llegó al límite del campo que se atrevía a recorrer
solo. Desde allí en adelante comenzaba el planeta Marte, efecto literario del
que el niño no tiene responsabilidad, pero que la libertad del autor considera
conveniente para redondear la frase. Desde allí en adelante, para nuestro niño,
hay sólo una pregunta sin literatura: “¿Voy o no voy?” Y fue.
El río se desviaba mucho, se apartaba, y del río ya estaba un poco harto
porque desde que nació siempre lo estaba viendo. Decidió entonces cortar campo
a través, entre extensos olivares, unas veces caminando junto a misteriosos
setos vivos cubiertos de campanillas blancas, y otras adentrándose en bosques
de altos fresnos donde había claros tranquilos sin rastro de personas o
animales, y alrededor un silencio que zumbaba, y también un calor vegetal, un
olor de tallo fresco sangrado como una vena blanca y verde.
¡Oh, qué feliz iba el niño! Anduvo, anduvo, hasta que los árboles
empezaron a escasear y era ya un erial, una tierra de rastrojos bajos y secos,
y en medio una inhóspita colina redonda como una taza boca abajo.
Se tomó el niño el trabajo de subir la ladera, y cuando llegó a la cima,
¿qué vio? Ni la suerte ni la muerte, ni las tablas del destino… Era sólo una
flor. Pero tan decaída, tan marchita, que el niño se le acercó, pese al
cansancio.
Y como este niño es especial, como es un niño de cuento, pensó que tenía
que salvar la flor. Pero ¿qué hacemos con el agua? Allí, en lo alto, ni una
gota. Abajo, sólo en el río, y ¡estaba tan lejos!…
No importa.
Baja el niño la montaña,
Atraviesa el mundo todo,
Llega al gran río Nilo,
En el hueco de las manos recoge
Cuanta agua le cabía.
Vuelve a atravesar el mundo
Por la pendiente se arrastra,
Tres gotas que llegaron,
Se las bebió la flor sedienta.
Veinte veces de aquí allí,
Cien mil viajes a la Luna,
La sangre en los pies descalzos,
Pero la flor erguida
Ya daba perfume al aire,
Y como si fuese un roble
Ponía sombra en el suelo.
El niño se durmió debajo de la flor. Pasaron horas, y los padres, como
suele suceder en estos casos, comenzaron a sentirse muy angustiados. Salió toda
la familia y los vecinos a la búsqueda del niño perdido. Y no lo encontraron.
Lo recorrieron todo, desatados en lágrimas, y era casi la puesta de sol
cuando levantaron los ojos y vieron a lo lejos una flor enorme que nadie
recordaba que estuviera allí.
Fueron todos corriendo, subieron la colina y se encontraron con el niño
que dormía. Sobre él, resguardándolo del fresco de la tarde, se extendía un
gran pétalo perfumado, con todos los colores del arco iris.
A este niño lo llevaron a casa, rodeado de todo el respeto, como obra de
milagro. Cuando luego pasaba por las calles, las personas decían que había
salido de casa para hacer una cosa que era mucho mayor que su tamaño y que
todos los tamaños.
Y ésa es la moraleja de la historia.
Éste era el cuento que yo quería contar. Me da mucha pena no saber
narrar historias para niños. Pero por lo menos ya conocéis cómo sería la
historia, y podréis explicarla de otra manera, con palabras más sencillas que
las mías, y tal vez más adelante acabéis sabiendo escribir historias para los
niños…
¿Quién me dice que un día no leeré otra vez esta historia, escrita por
ti que me lees, pero mucho más bonita?…
1 - ESCRIBO UNA VERSION PROPIA DEL CUENTO
2 - REALIZO UN DIBUJO DEL CUENTO
3- ¿QUÉ ASPECTOS POSITIVOS Y NEGATIVOS IDENTIFICAS EN EL COMPORTAMIENTO
DEL NIÑO, POR QUÉ?
4-¿CUÁL CREES QUE ES LA MORALEJA DE LA HISTORIA?
3 - PREPARO MI CONTROL DE LECTURA.
Atraviesa el mundo todo,
Llega al gran río Nilo,
En el hueco de las manos recoge
Cuanta agua le cabía.
Vuelve a atravesar el mundo
Por la pendiente se arrastra,
Tres gotas que llegaron,
Se las bebió la flor sedienta.
Veinte veces de aquí allí,
Cien mil viajes a la Luna,
La sangre en los pies descalzos,
Pero la flor erguida
Ya daba perfume al aire,
Y como si fuese un roble
Ponía sombra en el suelo.